El Caso del Apuñalamiento en el CCH Sur de la UNAM: La Influencia del Movimiento Incel
En un hecho que ha conmocionado a la comunidad educativa de México, el pasado 22 de septiembre de 2025, un estudiante de 19 años identificado como Lex Ashton agredió con una guadaña a un compañero de 16 años, Jesús Israel Hernández, en el estacionamiento del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) Plantel Sur, perteneciente a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en la Ciudad de México. El ataque resultó en la muerte de Hernández y dejó herido a un trabajador del plantel que intentó intervenir. Tras el incidente, Ashton intentó escapar saltando de un edificio, lo que le provocó fracturas en ambas piernas, y ahora se encuentra hospitalizado bajo custodia. Según confesiones del agresor, su intención era asesinar a seis personas, inspirado en crímenes ocurridos en Estados Unidos.
Este suceso no solo resalta las fallas en la seguridad de los espacios educativos, sino que también pone el foco en un fenómeno social emergente: el movimiento “incel”. Antes de profundizar en el caso, es importante explicar brevemente qué son los incels. El término “incel” es una abreviatura de “involuntary celibate” (célibe involuntario), y se refiere a una subcultura en línea, principalmente integrada por hombres jóvenes, que se sienten incapaces de encontrar parejas románticas o sexuales a pesar de desearlo. Esta frustración a menudo deriva en resentimiento, misoginia y, en casos extremos, en la glorificación de la violencia contra mujeres y hombres percibidos como “exitosos” en el ámbito romántico. Surgido en foros de internet a finales del siglo XX como espacios de apoyo emocional, el movimiento ha evolucionado hacia comunidades tóxicas donde se normaliza el odio y se radicaliza a individuos vulnerables. Ejemplos notorios incluyen el ataque de Elliot Rodger en 2014 en California, donde mató a seis personas motivado por su rechazo romántico, y que se convirtió en un “héroe” para algunos incels; o el atentado con una furgoneta en Toronto en 2018, que dejó 10 muertos y fue inspirado en esta ideología.
En el caso de Lex Ashton, las investigaciones revelan una clara conexión con esta subcultura. Horas antes del ataque, el joven publicó mensajes en grupos de Facebook como “Farmacia Curincels” y “Admin-cels OG”, donde utilizaba jerga típica de los incels: términos como “chads” (hombres atractivos y seguros que tienen éxito con las mujeres), “foids” (un peyorativo para referirse a las mujeres, derivado de “female humanoid”), “brocels” (hermanos incels) y “retribuir” (vengar el rechazo percibido mediante violencia). En uno de sus posts, Ashton expresó: “Ya estoy harto de este mundo, nunca en mi p*ta vida he recibido el amor de una mujer y la neta me duele, me duele saber que los chads pueden disfrutar de las foids y yo no, yo ya lo he perdido todo, no tengo trabajo ni familia ni amigos, no tengo motivos para seguir con vida pero saben que, no pienso irme solo, voy a retribuir a todas esas malditas y todos lo van a ver en las noticias”. Estos mensajes no solo anunciaban su intención, sino que recibieron apoyo de otros miembros del grupo, quienes lo animaron en lugar de disuadirlo.
El perfil psicológico de Ashton añade capas a esta tragedia. Según reportes médicos, el joven sufrió bullying desde la primaria, lo que persistió durante su vida escolar. En enero de 2024, presentó síntomas depresivos moderados y un probable trastorno sociopático de la personalidad, por lo que recibió atención psicológica en la UNAM durante seis meses, con una mejoría parcial. Sin embargo, en agosto de 2024, sus síntomas se intensificaron debido a problemas de salud física como litiasis renal, dolor crónico e insomnio. Además, vivía en un entorno familiar complejo. El día del ataque, su madre llamó al 911 preocupada porque no lo localizaba y notó objetos faltantes en su habitación, pero las señales fueron ignoradas.
La respuesta de la comunidad ha sido inmediata. Estudiantes y padres de familia marcharon en silencio desde el CCH Sur hasta la Rectoría de la UNAM, exigiendo justicia para Jesús Israel y mayor seguridad en los planteles. La Fiscalía de la Ciudad de México investiga no solo el homicidio, sino también la proliferación de grupos incels en redes sociales, que han aumentado tras el incidente. La UNAM, por su parte, ha suspendido clases en algunos planteles y prometido revisar protocolos de seguridad y fortalecer la atención a la salud mental.
Este caso ilustra los peligros de las comunidades virtuales extremistas, donde la frustración personal puede escalar a violencia real. Expertos advierten que foros como estos normalizan el odio y radicalizan a jóvenes vulnerables, especialmente aquellos con problemas de salud mental no atendidos adecuadamente. Mientras la investigación avanza, la sociedad mexicana debe reflexionar sobre cómo prevenir que ideologías tóxicas como la incel se infiltren en la juventud, promoviendo entornos de apoyo y educación en igualdad de género.