Pez diablo invade ríos y presas de Nuevo León: nuevos avistamientos en el río La Silla generan alarma ecológica
Monterrey, Nuevo León – 13 de octubre de 2025 – La presencia del temido pez diablo, una especie invasora originaria del río Amazonas, continúa expandiéndose en las aguas de Nuevo León, amenazando el delicado equilibrio de los ecosistemas locales. En las últimas horas, varios ejemplares han sido captados en el río La Silla, específicamente en el municipio de Guadalupe, lo que ha encendido las alertas entre expertos y autoridades ambientales. Este avistamiento se suma a reportes recientes en la cercana Presa de La Boca, en Santiago, donde la especie fue detectada nuevamente tras las fuertes lluvias de octubre. [2] [5]
Conocido científicamente como Hypostomus plecostomus o “pleco”, este pez de aspecto acorazado –sin escamas, pero cubierto de espinas y cartílago protector– fue introducido en México hace unas tres décadas como pez ornamental en acuarios. Sin embargo, su liberación irresponsable en cuerpos de agua naturales lo ha convertido en una plaga voraz. Según expertos de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), el pez diablo se alimenta de algas y materia orgánica, pero su impacto va más allá: devora los huevecillos y alevines de especies nativas como mojarras, lobinas y truchas, lo que provoca un desequilibrio ecológico que reduce drásticamente las poblaciones de peces locales. Además, cava madrigueras de hasta metro y medio de profundidad en las riberas para anidar, alterando el hábitat de otras criaturas acuáticas y ribereñas.
Una expansión imparable en el noreste de México
Los primeros reportes del pez diablo en Nuevo León datan de hace más de 15 años, con avistamientos iniciales en el río La Silla alrededor de 2013. Sin embargo, la sequía extrema de 2022-2023 expuso su presencia en la Presa de La Boca, donde el descenso del agua reveló nidos y ejemplares en grandes cantidades. Las lluvias torrenciales de este año han reactivado su dispersión: el 10 de octubre, ciudadanos reportaron múltiples individuos en la Presa de La Boca, y apenas dos días después, videos y fotos del río La Silla circularon en redes sociales, mostrando al pez “dominándolo” en parajes específicos.
Esta no es una amenaza aislada. La Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) clasifica al pez diablo como una de las 100 especies invasoras más dañinas en México. Su presencia ya está confirmada en al menos siete estados: Veracruz, Quintana Roo, Tabasco, Coahuila, Tamaulipas, San Luis Potosí y, por supuesto, Nuevo León. En el noreste, se ha avistado en presas como El Cuchillo y ríos de Montemorelos, lo que genera temores de una plaga acuática regional que podría extenderse a Tamaulipas. El impacto no solo es ambiental –con riesgos para la biodiversidad y la pesca deportiva– sino también económico, al afectar a comunidades que dependen de estos recursos hídricos para su sustento.
¿Qué hacer si encuentras un pez diablo?
Autoridades y biólogos insisten en no subestimar esta invasión. “Si notas que es difícil capturar peces nativos en un sitio, sospecha de su presencia”, advierte el doctor Roberto Eduardo Mendoza Alfaro, director del Laboratorio de Ecofisiología de la UANL. Las recomendaciones son claras:
• No lo liberes ni lo uses como cebo: Si lo capturas accidentalmente, mátalo de forma humanitaria (por ejemplo, congelándolo) y repórtalo.
• Reporta avistamientos: Usa la app “Reporta Invasoras” de la Conabio o contacta a la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) al teléfono 800-772-8778.
• Evita introducir especies exóticas: La principal causa de esta plaga es la liberación de acuariofilia irresponsable. Opta por especies nativas si tienes un estanque.
La Secretaría de Medio Ambiente de Nuevo León (SEMA) ha anunciado campañas de monitoreo conjunto con la UANL para mapear la distribución del pez diablo y explorar métodos de control, como trampas selectivas o introducción de depredadores naturales. Mientras tanto, la ciudadanía juega un rol clave en la vigilancia: “Cada reporte cuenta para frenar su avance”, enfatizan los expertos.
Nuevo León, con sus ríos y presas vitales para el abasto de agua, no puede permitirse más invasiones silenciosas. La batalla contra el pez diablo es un recordatorio urgente de la fragilidad de nuestros ecosistemas ante acciones humanas inadvertidas. ¿Has visto algo sospechoso en tus salidas de pesca o paseos ribereños? Tu observación podría salvar una cuenca entera.